Busco tu boca y en el aire, un beso prendido
de las aguas inquietas de tu mirada.
Dulce miel, que gotea entre mis labios
y tu nívea mano, tejiendo algodones
sobre mi cuerpo extendido hacia ti,
como un mar de sal y anhelos,
de profundidad ignota.
Suena tu nombre en mis oídos,
caracola marina, que guarda
todos tus sonidos, murmullos y quejas.
El amor es un plato tibio, que puede enfriarse
al descuido más mínimo, por ello abrazo
la seda de tu piel y esa sutileza de tul
o éxtasis posterior que guardas
entre tus bragas.
Enamorado al fin, perdido en un océano
de sábanas blancas
o un desierto en la noche, donde las únicas
estrellas rutilantes, son tus ojos acariciando
ese instante impreciso de amor.
Escrito en Septiembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".
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