Todos los cielos son ocupados,
cuando se deja de vivir en la espera
y se proyecta nuestro ser, en la gran pantalla
del escenario de la vida.
Se dislocan los hombros, cuando dejamos
la carga de nuestras lamentaciones
y comenzamos a abrir una brecha
en los desaforados silencios,
para pronunciarnos tal como somos.
La esférica vida gira, perdidamente errante,
herradura o andante con premura
o detenida ante la pasmosa
actitud pasiva del último encuentro...
el único que no es fortuito.
Escrito en Septiembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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