Debe de haber una línea que separe
la consciencia de la sinrazón
y unas señales inequívocas de que se está
produciendo el caos.
Tal vez el tiempo en que tarda un azucarillo
en diluirse en una taza de café caliente,
o ese momento en que el agua pierde
su estado líquido e inquieto,
para convertirse en sólido hielo azul,
en la inercia del frío.
No sé, no llego a comprender esa pérdida
de la calmada inocencia, para agredirnos
con una dinámica de mentiras
armadas de egoísmo.
El báculo en que apoyamos
toda nuestra racionalidad y entendimiento,
se quiebra, leñoso, ya sin vida.
De los armarios vacíos
de nuestras conciencias, salen los fantasmas
que tanto tememos e ignoramos,
que fueron en su día creación nuestra.
Escrito en Noviembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito,"zuhaitz".
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