Existe una penumbra insondable
en el interior de cada alma,
que sella cada boca al no pronunciar
el temor que las acosa.
Quisiéramos la luz del faro, que guía el rumbo
al navío extraviado.
Un horizonte trazado con el último hilo de lana,
que tejió un sueño de perpetuidad,
perplejo ante la dimensión de un mar
que se extiende bajo la quilla,
rompiendo la vida en fragmentos
y espumas resueltas.
Navegar a oscuras es sentir el terror
de las aguas muertas,
bajo una luna de sangre,
en las templadas noches
de candentes homicidios.
Se decapita la vida con el brillo plateado
de una lágrima y el dolor es ese absurdo
que crece enmarañando sus espinas
en el alma.
Escrito en Noviembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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