En la suela de mis zapatos llevo el polvo
del camino andado, sólo el tiempo
fué desgastando sus suelas
y los abanicos del verano, se tornaron
aves de paso entre los entredichos
de las palabras que quedaron
en cada recodo o en cada cruce.
Quedaron algunas frases épicas
en la memoria y un cultivo de la inteligencia
en la comprensión de cuantos enigmas,
se fueron colgando de los bolsillos
de mi pantalón.
Sustituí las canicas y los cromos,
por libros vivos, que me hablaron
sobre los logros y penurias de los hombres
que los escribieron.
Me enzarzo con la luz y el asombro
de la claridad, trazando líneas
sobre mis manos, vacías de ansiedad
y surcadas por interrogantes
que se enganchan en la memoria,
como anzuelos sin la respuesta
prendida sobre ellos.
En voz baja, la vida nos cuenta
el misterio de una nube prendida sin alfileres
sobre el azul del cielo o el murmullo
del río, que habla en un lenguaje ininteligible,
cuando escucha la voz del viento
con sus confidencias, sorteando los árboles
para no ser descubierto..
¡No cerraré mis manos, para atrapar la lluvia!
¡Abriré mi corazón, para dar cobijo
a la humildad del ave que canta
cada mañana, anunciando un nuevo día.
Escrito en Noviembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz ".
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