sábado, 3 de noviembre de 2018

Los restos de mi juventud en el naufragio de la edad

Hoy sólo contemplo mis manos

y observo mi cuerpo, con la pérdida 

de la frescura de la juventud,

aún permanente en mi sonrisa.


Nunca tuve un cuerpo bello y armonioso,

pero el tiempo va acusando 

su claro deterioro.

Es como un vehículo de segunda mano

que circula a duras penas.


Me quedan mi voz y mi buen humor,

sacudiendo las conciencias dormidas 

y algunas tristezas, cuyos tentáculos 

no quieren soltarse de mi alma.


Mi voluntad es inoxidable y obtengo

una breve recompensa 

fuera de tiempo y lugar, pero aseverada

por mi fé y mi esfuerzo.


Escrito en Noviembre 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".


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