sábado, 30 de marzo de 2019

Los monólogos del buen diablo III

En los espejos del aire se peinan las nubes.

Quiero hilar mi tiempo
entre las madejas deshilachadas
de tus cabellos.

El arroyo murmura lo que el viento
no se atreve a decir.

Bajo su caparazón, el escarabajo
esconde su fragilidad.

Quiero ser con mi alegría el pedernal
que produzca un destello en tus ojos.

La duda siempre deja una ventana abierta
a la posibilidad.

No hay sed más grande que la que produce
la ignorancia cuando bebe en las fuentes
de la autocomplacencia.

Nadie escribe con la misma caligrafía
las páginas de su vida.

Escribo sobre tu piel con mis besos,
lo que mi boca no acierta a decir
con palabras.

Ni siquiera un reloj parado es capaz
de detener el azogue inquieto del tiempo.

A veces, el odio nace de un amor
que caduca y se fermenta.

¡Cuántas veces en aquello que no decimos
se produce un silencio que luego guardamos
en el arrepentimiento.

En el destello de una ilusión no hay lugar
para las sombras de la tristeza.

Así como la vida se manifiesta
entre risas, penas, llanto o burlas.
La muerte no avisa ni con cascabeles,
ni con campanas.

El amor es cierto si las mentiras duermen.

Puedes imaginar el sueño
que deseas conseguir, si observas mis ojos
cuando te contemplo.

El alma calla lo que el cuerpo
no es capaz de expresar a través
de las emociones.

Si por envidia pierdes tu luz...
¿Quién te rescatará de las tinieblas?.

No hay amor más grande que aquél
que sin prodigarse, se manifiesta, se extiende
y vive en cada uno de nosotros.

Una enseñanza de vida no está
en las palabras que decimos,
Sino en el acto de fe que realizamos cada día
a través de nuestras obras.

Escrito en Marzo 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".




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