viernes, 21 de junio de 2019

¡ Ojalá nunca amanezca!

Adoro las gotas de miel que destilan tus ojos cuando me miras,

mientras acaricio la corva de tu rodilla y tus muslos se tornan

pececillos nerviosos, temblando al compás de tus cálidos labios,

encendiendo sobre tus mejillas una luz celestial

o un rubor de astros llameantes.


Mis ansias son de lobo ante una cándida presa,

pero mi razón obedece al secreto de ternura,

que mis manos desprenden al contacto con tu piel.


Te amo con la suavidad de un hilo de seda

que desde mi alma busca enhebrar y coser sobre la tuya

todos los segundos de amor compartidos.

Me hiere el reloj con sus saetas y el tiempo escapa entre mis dedos,

mientras bebo de tu boca el beso más dulce y lo quiero retener,

pues el reloj no detiene su paso.

¡Ojalá nunca amanezca! No quiero que termine nuestro amor,

ni el compromiso de mantener viva su llama.

Escrito en Junio 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".


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