La aventura está en el camino,
en la incertidumbre del tiempo que nos queda,
en esa ridícula sed, que no cesa
y que deja siempre una pregunta
sin responder.
El frío es la dureza, que establece
una estática inmovilidad,
que la ardiente juventud, ignora
y que el hielo se acumulará en los huesos,
cuando llegue esa noche sin estrellas
que nadie desea.
Seguimos esperando una luna que refleje
la tristeza de nuestro estado de ánimo
y buscamos un posible amanecer
en nuestra noche, para evitar que nos invada
de silencios y recuerdos.
La piedad resbala lentamente
por la superficie inexplorada del alma
e intentamos cruzar los vacíos
que se producen, lanzando garfios e injurias,
con tal de permanecer tan presentes,
como culpables de seguir viviendo.
Escrito en Agosto 2018 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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