domingo, 29 de septiembre de 2019

El nacimiento de la luz

Evacuemos el mar de cabellos y algas.
No adivinéis el peso de lo denso
en la marisma, ved si no, la luz reflejada
en el agua y apurad el último destello
antes de la caída de la tarde en su pérdida
de ponientes.

Las alegorías quedan sobre los telares,
donde se teje el tiempo inocuo y esa vacuidad
de pensamiento que cercena
el abismo de las preguntas, que vagan
entre las estrellas aún por nacer.

La ansiedad es el crepúsculo inhabitado,
donde un reino de sombras traza tangentes
en las orillas que se marchitan
en las cumbres de las montañas,
cuando su sueño se mece al sucumbir
de la luz, en un parpadeo inexacto
de noches alternas y amaneceres
que deberán brotar como flores de agua
sobre sus laderas.

En toda agonía de luz existe
una precaria sombra, que inicia su paso lento
sobre la conciencia que roza los márgenes
de los sueños y se completa
con cada despertar a un nuevo impulso
o latido de luz, en esa pulsación
que determina un nuevo día de esperanzas,
por hacerse palpable en sus destellos,
durante su reciente florecimiento.

Escrito en Septiembre 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


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