lunes, 8 de noviembre de 2021

El cielo calma a la tierra en su alma.

El cielo tiene migraña 
y es algo que no me extraña,
pues la tierra se conmueve 
solamente, cuando llueve.


Húmeda, la lágrima es velo,
que satura el amplio cielo,
es una excusa, que  inventa
cuando  brama en la tormenta.


No es porque esté enojada
la tierra, cuando es mojada,
pues necesita la calma,
para refrescar su alma.

A veces llorar consuela,
siendo el dolor, su escuela.
El rayo al fuego reprende,
porque de su luz, se aprende 
a iniciar una ignición 
en su ardiente corazón.


Cielo y tierra lo comprenden,
cuando en el fuego se encienden
anhelos, que en humedades,
rescatan esas verdades,
que se vierten con ternura,
variando su arquitectura.


Porque  hay un caudal, que engorda
al río que  se desborda 
en aguas incontenidas.
Aguas, que  son de la vida,
tan puras y necesarias,
como duras, lapidarias.


Son frases, que pronunciadas 
por el cielo, son vertidas
para sentir que  la vida 
son aguas desenfrenadas.

El cielo es la redención,
pues sólo es un corazón 
y una voluntad, que  encierra 
al unirse cielo y tierra.


Escrito en Noviembre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





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