jueves, 11 de agosto de 2022

Bajo el crisol de un ardiente verano.

Crisol de luz y calor, esmaltes lúcidos 
de piel morena y tórridos encuentros 
sobre la arena dormida, bañada por una 
lengua de mar, que besa sus bordes
y sus orillas.


Arenas de silicio, migajas desprendidas 
desde un duro corazón, que en su propia 
combustión, explota repartiendo sus dones,
bajo un intenso sol que esmerila
sus diminutas partículas.


Bajo el calor, yacen los cuerpos exudados 
de mar y yodo, apenas una leve caricia 
de brisa marina y el vapor, como una agitada 
respiración desde un convulso pulmón,
que a la tierra insufla una esperanza 
de húmeda presencia.


Calor que derrite la cera de unas alas prestadas, para alcanzar el sol o la gloria 
de alzarse sobre las nubes, emulando 
a los dioses antiguos, para al fin 
dar con nuestros huesos, sobre la tierra 
que nos ha engendrado.


Escrito en Agosto 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.






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