miércoles, 10 de agosto de 2022

La última estación de la vida.

Cuando la mente no es más que un espacio 
vacío de sueños e ilusiones y se hace
una profunda oscuridad, se pierde 
el brillo de los ojos y se van apagando 
las luces internas, que nos mantienen 
en alerta ante cualquier inesperado cambio 
en nuestra vida.


Cuando todo se detiene y se ralentiza 
esa inercia que mostraba una inquietud 
de arroyo, ante la idea creadora 
que nos mantenía con los ojos puestos 
más allá de todo horizonte, todo vuelve 
a posarse en ese sedimento de vida estática 
y átona, que se vuelve del envés,
para mostrarnos un final de trayecto 
imprevisible.


Vamos descendiendo lentamente 
desde todas las cimas alcanzadas,
hacia un valle, donde reposar 
toda infructuosa esperanza,
ya que nada queda, sino un poso
en el fondo de la taza, donde apuramos 
la dulce miel de la juventud, bebiendo la luz
a grandes sorbos, sin pensar en un mañana 
que nunca acababa de llegar y nos sorprende 
cuando el tiempo se detiene en la última 
estación.


Escrito en Agosto 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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