miércoles, 29 de marzo de 2017

No quiero un lecho de rosas

Admiro la belleza, pero no me hagáis
un lecho de rosas, no será más grande 
mi admiración que el dolor que produzcan sus espinas.

Cuando la belleza hiere las pupilas,
no existe un equilibrio en  esa fingida 
perfección de la que presume 
su imagen.

La auténtica belleza no hiere, inunda 
y anega los sentidos, como el agua fresca sobre una boca sedienta.

Un verso de luz, que crece y añade
otra estrofa más a la emoción.
Fascina sin nublar los sentidos,
pero aumenta la claridad de percepción,
alcanzando las cumbres del éxtasis.

Escrito en Marzo 2017 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".

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