jueves, 24 de octubre de 2019

Ningún corazón muere de amor.

Ya no queda un corazón muerto de amor,
pero arde nuestra alma en cada entrega,
sufriremos por amor, si se nos niega
y sentimos con la angustia un gran dolor.

Se nos pierde ese canto trovador
y la lluvia se presenta cada día,
se diluye como azúcar la alegría
y ya todo se nos muestra sin sabor.

Se nos pierde en ese trance nuestra fe
y dejamos de creer en los principios,
se nos abre ese profundo precipicio,
contemplado en unos posos de café.

Ya no vemos un futuro, que inmediato,
deseamos abrazar, si es favorable,
procurando que en el trato sea amable,
por sentir que es de justicia y es innato.

Y si acaso, el corazón muere de amor,
ha de ser por esa lucha en la porfía,
porque preso en una gran melancolía
se ha sentido en su batalla, perdedor.

El amor es complicado y quien lo entienda
ha de ser conocedor de sus guarismos,
el amor ha de empezar por uno mismo,
no se trata de ganar en la contienda.

El amor es gratitud y por sus dones,
se recibe mucho más, cuando se ama,
es difícil mantener viva su llama,
no se extingue, si en tu afán te lo propones.

El amor no es propiedad, no tiene dueño,
es tan grande como lo es el ancho mar,
nuestra vida se completa, si al amar
contemplamos que se cumplen
nuestros sueños.

Escrito en Octubre 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz".




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