contener en el Interior de sus nubes,
todos los suspiros perdidos.
Se vacían desde el pecho,
los exhaustos pulmones y en el ánimo
queda un profundo vacío, con los bordes
tintados con el azul de la nostalgia.
El ámbar de la alegría se derrite
en el calor de un abrazo y queda un regusto
amargo, a caramelo requemado y adherido
en el fondo del alma.
El azúcar de un glorioso instante, se va
quemando en ese deseo de perpetuidad,
sin advertir que van quedando los sedimentos
de cada ausencia y se oxidan irremediablemente, durante ese tiempo
de añoranza, hasta un próximo encuentro.
Escrito en Marzo 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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