En los ojos, la ceniza apagada
y el último rescoldo
de un amor imposible.
Los bolsillos vacíos de esperanza
y la lluvia mojando su pelo.
Quiso tanto, que lo dio todo
y quedó vacío.
Acuñó el amor con tiempo y con paciencia,
pero la ternura se le fué
como agua entre las manos.
Hubo un adiós sin música
y esa tarde, a sus ojos
asomaron los cristales rotos del alma.
Escrito en 1998 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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