de quienes traicionaron el impulso
de su alma, sujetos escasamente
por los hilos del destino, que antes
rompieron en las promesas incumplidas.
Entre el cielo y el infierno hay una
línea divisoria, oscuras penas devoran
sus cuerpos.
Penas negras de cuervo,
volando entre la niebla en los pantanos
de su soledad.
Un extraño olor azufrado, emerge
de las aguas estancadas
y sus ojos se tornan amarillos
de sombría luna.
Faroles de escasa luz y fría penumbra
acechan al viajero, nadie sabe
como salir de estos manglares,
cuando la muerte puede el timón,
que en sus manos puso
una descuidada vida.
Escrito en Febrero 2017 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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