donde las ideas pierden su rumbo,
agónicas máscaras del olvido.
En el aíre se detienen las imágenes
y se van desprendiendo del azogue marchito
de todos los espejos.
Nunca fue viernes y cada día
se van descascarillando más, los ojos
de esclerótica clara, y las yemas de los dedos
que perdieron los pinceles, que daban color
a la vida.
Escrito en Agosto 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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