por el impulso de una mano hábil e huidiza,
surge la demencia de un punteo,
que eleva el mástil de la guitarra,
hasta el cielo.
En ese momento de gloria, se arrancan
las llamas del infierno, para ensalzar
la luz en la penumbra del escenario,
que parpadea oscilante por cañones
de coloristas emociones lumínicas.
Es el triunfo del Rock, entre un público
que se agita entre la marea humana
y se traslada a un pentagrama
de cinco cuerdas.
Escrito en Agosto 2020 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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