en un campo yermo, en el que los pétalos
cubrían la extensión de su superficie.
Con el sol sobre tus hombros, caminaste
hacia un horizonte, donde el mar
es una pausa en el tiempo y el viento
borra todas las huellas, para iniciar
una nueva vida, plena de amor,
girando en un disco solar de constancias,
que muestran en cada amanecer,
un día diferente, distinto,
pero satisfactoriamente acorde a cada impulso
de tu corazón.
El sol de la vida brilló con tal intensidad,
que sin saberlo, se fueron marchitando
cada uno de los pétalos de tu belleza
y exultante juventud.
Tu belleza quedó como una frase
a punto de pronunciarse
en unos labios amantes.
Te fuiste perdiendo en la niebla,
como un barco sin rumbo, sin advertir
que cada sonrisa o palabra te llevarían
al faro que tu navegación necesitaba.
No hablaré de naufragios, porque tu luz
sigue brillando en nuestras almas
y tu llama no se ha extinguido,
permanece tan viva como ayer y siempre
en nuestras vidas.
Escrito en Febrero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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