sábado, 13 de febrero de 2021

La luz en baño de claridades.

¡Ah, la luz! La majestuosa luz, que inunda
los huecos inertes de las sombras.
Baño de claridades, donde el gozo
se transforma en color exultante y adquiere 
cálidos tonos. Caricias, tal vez perdidas
en los álbumes de nuestras memorias.


Una radiación pulsante, que a pesar
de herir las retinas, realza todas las aristas
y vértices, suavizando texturas y dorando 
tras su velo las formas más abruptas,
concediendo un brillo solar 
a sus empobrecidas figuras.


La luz, que se manifiesta bienhechora,
creadora de la tibieza necesaria 
para madurar la espiga reciente.
Ámbito que no conoce límites en el espacio 
e irrumpe en los habitáculos del vacío.
Irisación a través de las gotas de lluvia,
que como lentes divinas, aportan matices 
y destruyen la acritud del gris de la tristeza.


Deshace y desmenuza las blancas nubes,
formando lámparas celestes, que proyectan 
venablos luminosos sobre unos campos 
extasiados y vestidos de verde esperanzado.


Escrito en Febrero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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