y disimulamos nuestras ausencias y carencias,
bajo el disfraz sobrehilado
de una felicidad ficticia y de maquillaje barato.
Nos mostramos como la mayoría quiere
que nos mostremos... con envolturas de raso
y papel de brillante celofán, pero debajo ...
No hay nada.
Somos la habitación vacía, la violencia
engendrada por la insatisfacción,
culpando a los demás de nuestra falta
de decisión, para tomar las riendas
de nuestra propia vida, permitiendo
que otros lo hagan por nosotros.
No nos queda nada, sino
el escaso atrevimiento a levantar
ligeramente la voz,
sin que seamos escuchados y sabemos
que no se trata de una auténtica rebeldía,
sino de la pataleta de un niño, que no creció,
por no atreverse a ser un hombre
y vestirse por los pies, en vez de arrastrar
los temores infantiles, buscando
una protección que nadie te brindará,
porque entre la ingente masa colectiva
de gente que nos rodea...
¡Estamos pavorosamente solos!.
Escrito en Febrero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario