ni siquiera la nieve tiene la blancura
de las edades de hielo.
Las flores, al igual que los pensamientos,
se marchitan en los caminos intransitados
por la alegría del agua vivificante.
y los susurros del viento, acallan su voz,
sepultándola en el silencio.
Hay un agravio antinatural, que no contempla
las reglas de Gaia
y todas las digestiones telúricas se alteran,
vomitando fuego desde la entraña,
hasta derramarse, cáustica y penosamente
sobre los pueblos que habitan las laderas
de sus volcanes.
Los demonios cambian de aspecto
y emergen fortalecidos, desde nuestras
peores pesadillas.
Caminemos juntos hacia el sol,
busquemos otras tierras vírgenes,
otras aguas claras y otros cielos,
donde las nubes no derramen lluvia ácida
sobre los campos.
Caminemos juntos, llevando a cuestas
nuestras verdades, con más hambre
de justicia, que saciedad en nuestras almas.
Con la mochila llena de piedras,
como únicos testigos de lo que ha sido
en otros tiempos y no quisimos
que jamás fuera en nuestra realidad actual.
Escrito en Febrero 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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