lunes, 21 de marzo de 2022

A mis queridos amigos difuntos.

Hay un antiguo misterio,
que queda por desvelar,
ancho, como el ancho mar,
que yace en el cementerio.


Es el final, que a la vida,
la precede tras la muerte,
tal vez, efímera suerte,
que es justa por su medida.


Perfecta desconocida,
infausta, pues el temor 
nos sobrecoge, a tenor
de una dolorosa herida.


La pérdida es el vacío 
de la persona que amamos
y que después reclamamos 
con un acento bravío.


Pues el dolor, por su ausencia,
dibuja al rostro, el esbozo,
que se anega en el sollozo,
añorando su presencia.


Amigos, que fallecidos,
cruzásteis la otra orilla,
nuestra vida no es sencilla 
y nos sentimos perdidos.

Debe ser, porque el amor 
cuando fallecéis produce,
esas, tan extrañas luces 
que se tornan en dolor.

Escrito en Marzo 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.







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