viernes, 25 de marzo de 2022

Volver al origen.

Cáscaras vacías en el interior de la tierra 
y un caudal de agua imprevista,
se derrama como lengua, para calmar 
esa avidez que nace de una constante 
sed volcánica.


Atenaza el viento, la incómoda versión 
de una estática lasitud, pronunciada 
hacia los serenos  valles, y entre algodones 
se balancea el sol, sacudiendo la pereza
de una mañana  átona y sin brillo.


Se amalgaman el agua y el limo 
desde las vertientes, antes vertiginosas
y ahora, densas y proyectadas 
en un detenimiento intacto en la memoria.


Todo movimiento estático, simula 
una calma fingida, que escapa de la cinética 
del movimiento continuo y genera
una dura espera, entre las paredes del ánimo 
y la voluntad inequívoca de volver
a proyectarnos hacia un infinito 
incierto e inconcluso.


Escrito en Marzo 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.





No hay comentarios:

Publicar un comentario