La llamada se oye, apenas cerramos los ojos,
una voz antigua y nueva, que siempre escuchamos
en otras voces.
Cascadas, y risa o cascabel, en el origen
de nuestra andadura, cuando las palomas
vuelan alto y el cielo luce
con un límpido azul.
Su voz se modula, como si el paso del tiempo
o las situaciones, pidieran otro requerimiento.
Ahora gris y tristeza encorvada, pesadamente angosta,
cieno a nuestro oído, molusco esquivo, cerrado en
su caparazón.
La llamada es la misma u otra, depende
de la percepción y la atención que hayamos puesto,
ya que su nacimiento fué el mismo y su fin
es el extremo de la soga, a la cual nos asimos
con las dos manos.
Ahora ya, no es canto glorioso de bienvenida,
sino ademán, que agita las manos en la despedida.
Asidos a la soga de la vida caminamos,
ignorando tal vez, que al otro extremo,
espera paciente la muerte, hermanas de fortuna e infortunio,
origen y destino de todo ser vivo que se agita
bajo un mismo cielo.
Escrito en Junio 2015 Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz".
Publicado en el Libro de poemas " Glorias áureas" ISBN: 978-84-15176-55-8
Depósito Legal: BI-1461-2015
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