a la frágil conciencia.
Es el hierro que se oxida en el tuétano,
cuando la humedad de las lágrimas,
calan hasta el interior y la pena no se diluye,
corroe la voluntad de sentir la libertad
de equivocarse.
La culpa es una imposición, que las religiones
aderezan, para manejar nuestras conciencias,
privándonos del libre albedrío.
Nos quieren clavados en la misma cruz
que construyeron para Cristo,
sin liberación posible, con la sombra
de un delito por la muerte de un inocente...
¡De tantos inocentes!
Arrastrando esas cadenas durante siglos.
Debemos de liberarnos del sentimiento
de culpabilidad, cuando son los asesinos
los que esconden su responsabilidad,
bajo negras sotanas de muerte
y capelos de rojo cárdeno,
como toda la sangre derramada.
Escrito en Julio 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz"
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