el agua, por una tormenta,
que desde el cielo sustenta,
para su sed, a la tierra
y ávida en su entraña encierra
la bendición que se intuye.
Agua, desde la ladera,
baja besando la roca,
brota el musgo a quien la invoca
en una oración postrera.
Garganta seca en arena,
triste en ansiedad y pena.
La tierra quiere colmarse,
para que en su sed consiga
toda el agua, que mitiga
su aridez y desconsuelo.
Si ha de fluir por su suelo,
podrá beber y saciarse;
cielo y tierra han de encontrarse
en el agua por destino.
Los ríos son los caminos,
arterias que son la vida,
vida en tierra prometida,
convertida en un vergel.
Canta con su cascabel,
el río en agua cautiva
y fluye, porque está viva.
Un milagro realizado
de angelical compostura,
pues el agua es limpia y pura
desde un cielo constelado.
Escrito en Mayo 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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