jueves, 20 de mayo de 2021

El rubor del día, ante la belleza de la noche.

La tarde alivia el pesar de las nubes,
sobre un cielo pensado o tal vez soñado,
entre esferas de rocío matutino 
o esa furtiva lágrima sobre la hierba,
como esperanza peinada por la caricia 
del viento.


Cae como un rubor ante una mirada 
de pupila azul, en ese marchitar 
de las horas raudas, que ahora se balancean 
en la quietud de las sombras.


La voz tenue se hace palpable en el murmullo 
que exhala el silencio y los amores,
esconden sus pudores, para mostrar 
su extensa gravidez de plumas y caricias,
en una densidad de dorada miel 
o sol atrapado en el frasco que contiene 
todos los deseos dormidos.


El día duerme y la noche luce 
sus mejores galas, para agasajar 
a los amantes que se besan bajo su manto.


Escrito en Mayo 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.







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