jueves, 22 de diciembre de 2022

A veces lo cotidiano, duele.

Me duelen la tierra y la sal.
El norte, con su perfil de hielo  y el sur
con su agrio sudor.


Me duelen el cielo y el mar sin límites,
con los bordes de ausencia y lejanía.
Me duelen las piedras del camino y el polvo 
que arrastran los pies durante la fatiga.


Hay una levedad inagotable, en cada pesadumbre vencida y un jadeo constante,
ante la esperanza, que como tren descarrilado,
parece no alcanzar nunca, el andén 
de nuestras expectativas.

Escrito en Diciembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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