sobre el cuerpo de una tierra empobrecida,
una lágrima fecunda en un anhelo,
que le dio por la esperanza, nueva vida.
Una lágrima de un cielo que se apiada,
ante el grito silenciado, de una tierra,
que en los siglos permanece castigada,
en horrores, bajo el fuego de la guerra.
Una lágrima en virtud de la clemencia,
que del cielo ha brotado y descendida…
en la piel quiere lavar esa inocencia,
que algún alguien, ya la daba por perdida.
Una lágrima que brote de unos ojos
y que actúe en compasión, por mimetismo,
una lágrima que borre los enojos,
recobrando la fe sobre ti mismo.
Escrito en Diciembre 2022 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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