un sedimento que queda en el fondo
del alma, como una imagen que se fija
en las retinas y emociona, desbordando
una redonda y perfecta lágrima.
Sin perfiles, sin aristas, acariciando
la perfecta calma, que va descendiendo,
como un parpadeo en la ensoñación
del momento.
Se va durmiendo el día y tan sólo el recuerdo
es esa cuerda de laúd, que va tañéndose
sin prisa y va ascendiendo, impregnando
el aire de notas que reverberan.
Los párpados se van cerrando y el Sol,
ebrio de gozo, se oculta y reposa
entre las montañas azules.
Escrito en Junio 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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