como el cielo cuando llueve,
ni se agita, ni se mueve
como el viento del espanto.
No habrá calor que nos lleve
a otro lejano lugar,
sí se empieza a tiritar
bajo una capa de nieve.
Tempestades en heridas
que borran en los caminos
los pasos de peregrinos,
sus huellas fueron perdidas.
Sí huye el calor, ya no hay vida
y se muestra un rostro amargo,
pues sumido en el letargo,
es vibración suspendida.
Una leve pulsación
mientras pasa la tormenta,
pues la vida se sustenta
de cálida radiación.
Y a pesar de los pesares,
volverá el astro a brillar,
la vida vuelve a brotar
entre sus rayos solares.
Escrito en Marzo 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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