miércoles, 27 de marzo de 2024

El tiempo nos erosiona.

La dureza de la piedra 
parece imperecedera 
y se mantiene a la espera, 
rodeada de musgo y hiedra.


El viento en la tempestad 
y el agua de lluvia intensa,
surgen y no se piensa
que venzan su voluntad.


Mas, la piedra es quebradiza,
aún firme en su fortaleza 
y la erosión, cuando empieza,
en su labor se eterniza.


Sea arenisca o caliza,
con tiempo llega a un desgaste,
que jamás imaginaste 
y que al verlo te horroriza.


La vida marca un sendero,
que lleva hasta el deterioro,
cuanto reluce, no es oro 
y el tiempo pasa primero.


Deja una huella palpable 
sobre tu cuerpo marchito,
la juventud es un grito,
en un recuerdo imborrable.


El tiempo te ha doblegado
y como la piedra dura,
se acopla en tu arquitectura,
tu cuerpo yace encorvado.


Sólo queda un corazón,
que animado, está latiendo,
mientras tu sigues sufriendo 
en el tiempo, su erosión.


Así  tu tiempo merece 
 la vida que sale al paso,
tu cuerpo agoniza laso
y en otro cuerpo florece
la juventud que viviste.
Sí disfrutaste su suerte,
no has de temer a la muerte.


Piedra sobre piedra, arena 
en un reloj de cristal,
bajo un arco cenital,
que en nuestra vida se llena.


El tiempo no pasa en vano,
todo llega hasta un final,
la estación primaveral,
caerá en el último grano.


Escrito en Marzo 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.






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