abiertos herméticamente.
Un suspiro helado en el calor de la noche
y una lágrima para regar los frutos de todas
las insatisfacciones.
Los dientes apretados y los puños combatiendo con una indefensa almohada.
No hubo razón para un desapego tan brutal,
o tal vez si.
Nadie sabe de la razón, porque huyó despavorida a lomos de la locura.
Al galopar, las bridas duelen en los premolares
de los caballos que surcan el viento.
Los ojos ascienden como una plegaria,
incendiada en el pórtico de la iglesia
y los ateos blasfeman, eructando el odio
hacia los barracones de uralita,
donde los emigrantes malviven de migajas
de pan e indiferencia.
Hoy es el día perfecto para no pensar
o pensar, que de nada sirve un pensamiento
estéril, cuando hace tiempo ya, se paralizaron
todas las obras.
Escrito en Abril 2024 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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