lunes, 25 de noviembre de 2019

La experiencia sobrepasa al desengaño.

Detrás de una puerta que se cierra,
existe la sombra muda del asombro
y la inexactitud del juicio de las horas,
cuando la perplejidad impide el paso
de la luz en la comprensión, en un aislamiento
jamás imaginado.

Las ventanas deberán perder sus postigos,
para observar de nuevo un azul celeste,
por encima de las cejas que se elevan
sorprendidas, cuando ya nada se espera
y sin embargo, la luz es irradiada
desde el ámbito celeste hacia nuestros
adentros.

Soñamos la claridad, como un esclarecimiento
del enigma de la entropía de la luz
y de la sombra, para ver un destello
que nos permita seguir sin tropezar,
por la vereda que un día elegimos transitar.

Y así vamos desentrañando los segundos,
que van cayendo a medida
 que nuestros pasos avanzan,
primero con la celeridad del ansia juvenil
y posteriormente con la lasitud que aporta
a nuestro ritmo, la experiencia al tropezar
una y otra vez, cuando nuestros pies caminan
con la torpeza de una vejez más cauta
y sosegada.

Escrito en Noviembre 2019 por Eduardo Luis Díaz Expósito."zuhaitz ".



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