lunes, 25 de octubre de 2021

Árboles de ánima pura.

Bajo las copas de los árboles,
 se dibujan senderos, estrechos e inaccesibles.
Como si un dedo trazara una ruta, una caricia 
o un propósito de apartar maleza, para abrir 
en la tierra un surco, para que discurra
un arroyo, con esa humedad tibia 
de beso reciente.


En su aparente  altivez, mudos contemplan 
los cercanos valles, que son de la tierra,
vientres de innata fertilidad, donde la hierba 
es pubis en el que germina y madura,
el fruto, bajo los rayos solares, 
en su paciente espera.


Árboles de ánima pura, que desde su savia,
buscan en los cielos, el encuentro 
con la mansa lluvia, al trazarse un arco de luz,
que  atraviesa un corazón  derramado 
en finísimas gotas o pulsos 
de cristalinas esferas, sorprendiendo  al rocío,
antes  de su evaporado viaje, hasta las lívidas 
nubes de algodón.

Escrito en Octubre 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.






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