que merece ser vivido,
en un único latido,
con un paso hacia adelante.
La vida pudiera ser,
ese don maravilloso,
la belleza de lo hermoso
en un nuevo amanecer.
Una flor que queda abierta
en un bostezo silente,
un relámpago incipiente,
que en la noche, te despierta.
Un resurgir en la aurora,
con ese brillo extendido,
sobre un pájaro dormido,
cuyo vuelo se demora.
Un aleteo que mueve
el aire que te circunda
o esa brevedad, que abunda
al derretirse la nieve.
Un camino que se agota
y sobre el cansancio queda,
la suavidad de la seda,
suspendida en una nota.
Una caricia furtiva
que agoniza entre tus manos,
en esos recuerdos vanos,
que aparecen en cursiva,
como esa leve escritura,
que se queda en la constancia,
de una señal de la infancia,
al recordar su dulzura,
o esa triste vocación
de intuir, para tu mal,
que todo tiene un final
y es fruto de una emoción.
Que al igual, que ahora se intuye,
recorre tu cuerpo inerte
y en el beso de la muerte,
esa ilusión, se destruye.
Quedando un vacío intenso,
al sentir la redención
en la fe y resurrección,
de todo lo que ahora pienso.
La vida es sólo un instante
que merece ser vivido,
en un único latido,
con un paso hacia adelante.
Escrito en Septiembre 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.


































