martes, 9 de septiembre de 2025

Nadie es dueño de la tierra.

La tierra no vale nada,
si con poder, se atribuye 
su suelo, y se distribuye 
una tierra ensangrentada.


No puede tener valor,
si su alto precio es la vida,
no es la tierra merecida,
pues se gestó en el horror.


La tierra es de quien la habita
y tiene hospitalidad,
basándose en la hermandad,
para quien la necesita.


Toda la tierra prospera,
cuando siendo compartida,
se ha respetado la vida
y no distingue frontera.


Que no hay mayor destrucción,
que tener el egoísmo 
de pensar en uno mismo,
dejando desolación.


Matar, por esa propuesta 
de ser absolutos dueños,
con inútiles empeños,
cuando hay una tumba abierta,
que nos espera, o al menos,
sepulta malos y buenos,
porque al final de tus días,
se acaban las teorías.


Todos los cuerpos se encogen,
tus bienes no se recogen,
quedarán en el olvido,
tras un intento fallido 
de obtener la posesión 
de lo que nunca fue tuyo 
y es más grande lo que intuyo,
si tuviste corazón.


El planeta sólo crece,
si sabemos compartir 
la alegría de vivir,
pues sólo así, se merece.

Escrito en Septiembre 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.




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