si con poder, se atribuye
su suelo, y se distribuye
una tierra ensangrentada.
No puede tener valor,
si su alto precio es la vida,
no es la tierra merecida,
pues se gestó en el horror.
La tierra es de quien la habita
y tiene hospitalidad,
basándose en la hermandad,
para quien la necesita.
Toda la tierra prospera,
cuando siendo compartida,
se ha respetado la vida
y no distingue frontera.
Que no hay mayor destrucción,
que tener el egoísmo
de pensar en uno mismo,
dejando desolación.
Matar, por esa propuesta
de ser absolutos dueños,
con inútiles empeños,
cuando hay una tumba abierta,
que nos espera, o al menos,
sepulta malos y buenos,
porque al final de tus días,
se acaban las teorías.
Todos los cuerpos se encogen,
tus bienes no se recogen,
quedarán en el olvido,
tras un intento fallido
de obtener la posesión
de lo que nunca fue tuyo
y es más grande lo que intuyo,
si tuviste corazón.
El planeta sólo crece,
si sabemos compartir
la alegría de vivir,
pues sólo así, se merece.
Escrito en Septiembre 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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