Un alma que vaga en la noche eterna,
sin sonido apenas.
Una lágrima caliente, que se desliza
sobre el rostro único, de una ausencia
con la angustia clavada en su soledad.
Se marchita la flor de su juventud,
entre divagaciones de pensamientos,
que se desmontan en una realidad,
que pesa gravemente sobre sus espaldas.
Hay una severa rotura en su corazón frío
y una vertiente vertiginosa hacia la nada.
Una nada que peina sus cabellos de olvido,
con la mesura de los días que caducan
sobre el calendario.
Se mata la inconsciencia, entretejiendo
poemas con las hebras secas, como un hilo
que se alarga sobre la hierba pisada,
como queriendo resucitar la frescura
de antaño.
Los ojos se marchitan
en una lectura incómoda y se va perdiendo
la memoria, en los caminos desandados,
durante la última lectura del rumbo,
entre los hallazgos de los límites,
que se franquean, a golpe de pie desnudo
sobre las dunas del tiempo.
Escrito en Septiembre 2025 por Eduardo Luis Díaz Expósito.“zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

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