una risa burlona, que trata de acallar el llanto,
encerrado entre las oquedades del olvido,
situada en la meseta de la indiferencia.
El polvo se acumula en los pies, que arrastran
las cadenas de nuestros pesares y una imagen
se destruye dentro de la cabellera, que oculta
un rostro a la luz, y en enconado combate,
muerde todos los estigmas que la tierra
dejó sobre la piel, durante las últimas
sequías de la imaginación, en los desiertos
de la desesperanza.
Intento acertar a medir mis pasos
hasta el presente y temo llegar
a los abismos insondables
de un incierto mañana, sin futuro posible.
La locura es la válvula de escape,
deslizándose al uso,
como una rebanada de pan,
en un río de mantequilla fundida, con peces
de cartilaginosa apariencia,
que tratan de escapar de la obesidad,
de una muerte que se ve precipitada,
por los insectos que surgen en cada estornudo
de un proboscídeo aletargado, bajo un cielo
cenagoso en rojo teja,
que secciona por la mitad,
el seno de una montaña sumergida
en el narcótico licor de los sueños,
antes de despertar de nuevo
o morir para siempre.
Escrito en Abril 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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