ni a la vida, ni a la postrera muerte,
si no alcanzo las virtudes de la suerte
y acude a mi alma el desconsuelo.
No seré yo, quien dicte una sentencia,
pues yo no soy un juez, ni soy verdugo,
me acuesto tarde y aún así, madrugo,
colma mi vaso, la calma y la paciencia.
No seré yo, quien quede arrinconado
ante el temor mordaz o infausta pena,
a mis labios llevaré mi copa llena,
aunque me sienta solo y despechado.
Así que he luchar, y cada día,
he de volver con fuerza renovada,
para llegar al todo o a la nada,
no ha de faltar arrojo y valentía.
No seré yo, quien sepa de su acierto;
no pienso claudicar por mis errores,
la vida no es ficción, y los amores
son flores que han brotado en un desierto.
Escrito en Abril 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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