caen las sombras que se mueven lentamente,
para pasar inadvertidas.
Los demonios usan látigos, cuyas puntas
acaban en garfios metálicos,
para que mantengamos los ojos abiertos,
ante el asombro de lo que se manifiesta
y nos aterra.
Lo inusual se hace tan cotidiano,
que inventamos una nueva realidad,
sumidos en el narcótico sueño
de una sinrazón aceptada y nos vamos
precipitando en el abismo
de la autodestrucción, por no contrariar
a quienes rigen nuestros destinos
como algo normal y a una comunidad
que desde la irracionalidad busca
nuestra condena.
Escrito en Abril 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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