del tiempo y el reloj se paró por el óxido
de su maquinaria.
Un cuervo negro se asoma cada mañana
a mi ventana y lo miro fijamente a los ojos.
Creo que me espera, en esa calma
que se deshace lentamente en la densa
negrura de la noche.
¿ Me llevará sobre sus alas, bajo una mortal
y blanquecina apariencia? ¿ O en su piedad,
me evitará el sufrimiento de ver el final
de mi camino?.
Es imposible inyectar más vida, a un letargo
que se anuncia irremediable.
He de vestir de negro, para no reflejar
el color de la vida, que se perdió
entre los espejos de todas las edades
de la juventud.
La música es lenta, pausada y triste.
En el silencio se guardan las notas
que jamás fueron emitidas y no se verán
las heridas, hasta que las vendas caigan al suelo
y arrastremos con los pies,
nuestras propias penas...
¡Total, de nada sirven los zapatos,
cuando dejamos de caminar!.
Hoy contemplo el agua
consumida por el fuego y mi espíritu es aire
que surco con mis alas.
Hasta para la última partida, me acompañan
la poesía y mis soledades.
Escrito en Abril 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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