dejando un reguero de estrellas a su paso.
Se abre una luz diamantina en su sonrisa
y los pétalos más brillantes de las rosas rojas,
esplenden en el rubor de sus mejillas.
Camina recta, no erguida,
con el corazón latiendo al compás
del gesto de sus manos.
Es como el misterio mismo de la noche,
que muestra el ébano en sus pupilas
y cierra sus muslos, ante un hiriente
rayo de luz que brota en la madrugada.
Es hermosa sin pretenderlo, porque la belleza
nace en el cauce de su alma, que como río,
canta sus virtudes de agua y se aproxima
a la orilla, besándola sin ser advertido.
Ella es el encanto que duerme,
entre los párpados que la sueñan sin poseerla,
porque su belleza es esa libertad
que se admira, cuando repentinamente huye
y desaparece ante nuestros ojos.
Escrito en Noviembre 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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