lunes, 15 de marzo de 2021

Acaricias con tu voz.

Tu me regalas música para mis oídos 
y yo, ante ese rapto de armonía que inunda
mi alma, derramo amor con mis torpes palabras, al escribir poemas.
No hay herida posible, cuando se vuela 
tan alto. Nada alcanza a mi alma, que asciende 
hasta las altas cumbres de la belleza.


Única flor que no se marchita, aún coronando
las nieves que habitan en mis sienes,
pues mi corazón reverdece en la rama
que se extiende en el gozo, que impregna 
tu música en el viento, en un susurro 
o en el arrullo de cálidas notas que brotan 
de tu dulce boca y explota en el carmín 
de tus labios entregados a un timbre de voz,
que acaso en su trino, es imitado
por las aves.


La belleza es nombrada en tu canción y 
suaviza el silencio con la seda de unas
celestiales notas, que como semillas de flor,
se elevan por el aire, llenando el espacio
que habitamos los tristes mortales,
que soñamos con un cielo hecho 
de bellas melodías.


Escrito en Marzo 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.







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