Confesar, convidar o acometer
durante el adviento el intento
de emular sonido al viento,
con la confabulación de una acción
y con permiso de adquirir el compromiso,
congeniando, dialogando e implicando
en el envite de un convite que me invite,
a hallar un nuevo intento con tu voz y la mía
a atravesar el viento, en esa espera de adviento, que no he de confesar,
pues se ha de procesar como sustento
a la aventura que empieza, se sucede
y tropieza en un rompecabezas,
que nace del instinto e intenta resolver,
antes de anochecer...
este gran laberinto.
Escrito en Marzo 2021 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
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