con las raíces que emergen
de los cementerios vacíos.
Vomitan la tierra que no pudieron tragar
durante su estancia en los infiernos,
en compensación con su lívida muerte,
en una fosa húmeda y fría.
Sus huesos descarnados, fueron picoteados
por los buitres del destino final, mientras
un coro de ángeles ciegos, rasgaban
las cuerdas de sus liras, con las yemas
de los dedos ensangrentadas.
No cabían dos monedas en las cuencas vacías
de su calavera y el castañear de sus dientes,
recordaba las notas solemnes
de un piano triste, en el instante
en que la noche permite a la luna, mostrar
su luz mortecina.
En el candelabro, las velas lloraban su pena
de cera incendiada, dejando un espermático
rastro de blanquecinas lágrimas.
La muerte tuvo un acceso de tos, provocado
por una risa convulsiva y sin ganas.
Su desayuno lo tomó frío y a oscuras,
con apenas una tibia luz en el hueco
de un panteón vacío.
Escrito en Diciembre 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario