viernes, 22 de diciembre de 2023

Sintiendo la inmaterial constancia.

El aire, en su soledad,
se abraza con sentimiento
y en su ágil movimiento,
se excita y produce el viento 
por su gran actividad.


La sed, el agua no busca,
porque el agua está en tu boca,
savia que todo trastoca 
y en su frenesí se ofusca,
porque sabia es toda hechura,
que buscando su consuelo,
encuentra a raíz del suelo,
unas gotas de locura.


Tierna sed de agua infinita,
que calma nuestros pesares,
inmensos, como los mares,
sed de una tierra marchita.


Toda inquietud en el fuego,
que nace de tu interior:
Triste pena, odio, amor,
para adormecerse luego.


Sinuosa decadencia 
de un cielo que se derrama,
verde tallo, verde rama,
bebiendo con la prudencia,
esas gotas necesarias 
de lluvia, tal vez escasa.


Fuego de hogar en mi casa,
desde el balcón, luminarias,
luz destino e incidencia,
cuando la lluvia no cesa
y una leve llama besa
rincones de mi memoria,
ataviados de recuerdos.


Todos los lados izquierdos
de las palas de una noria 
van girando y no se paran,
en su impulso, se entretienen,
pero jamás se detienen,
mientras sus aguas separan.


Caudales, ríos, afluentes,
navíos de la razón,
parten desde el corazón
por cauces inteligentes.


Caudales, que en su vano intento 
de sus cauces desviados,
se darán por olvidados 
en su preciso momento.


Abrazo al aire que vuela
con el viento emparejado,
porque jamás he olvidado
lo que he aprendido en la escuela.
Nada imposible o irreal,
subsiste sin su substancia,
lo que tenga relevancia 
es sólido y mineral.


Escrito en Diciembre 2023 por Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

© Eduardo Luis Díaz Expósito.”zuhaitz”.

Dedicado a un cuadro del artista Jon Mao Luengo.




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